Se define como aquel valor que nos hace conscientes de la necesidad de recibir dirección y ayuda en todos los aspectos de nuestra vida. Es decir, nos hace tener la suficiente humildad y capacidad para considerar y aprovechar la experiencia y conocimientos que los demás tienen.
En este sentido nos disponemos a escuchar con calma y atención; considerando con mayor detenimiento las sugerencias que nos hacen, logrando así tomar decisiones mucho más serenas y prudentes, teniendo como base aquella información recibida.
Aquí la docilidad determina y ayuda a que seamos personas más sencillas.

Una cuestión a tener en cuenta es que la docilidad, no nos convierte en personas inútiles, dependientes, faltos de carácter y de decisión. Sino lo contrario, alguien que quiera mejorarse en diversos aspectos deja de lado un sentimiento muy común en nosotros: la superioridad, para adentrarse en la ayuda y la guía del que consideremos subjetivamente el más propio para tal opinión; por ejemplo elegimos acorde a criterios como la edad, posición profesional, grado de amistad y mutua simpatía. Sin embargo, rara vez alguien cuenta con nuestras expectativas, ya que deseamos que este sea dúctil con nuestro modo de ser y a nuestro gusto.
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